Las
políticas de austeridad están provocando daños de tal calado en la
población, que realmente resulta difícil, incluso para cualquier
analista diestro en la materia, vaticinar cual será el auténtico
alcance de la brecha social perpetuada, fruto sin duda de una cadena
de errores políticos tomados en forma de decisiones dolorosas que a
priori, y por supuesto según los iluminados que las están poniendo
en circulación, son para el bien de su querida patria y de todos
aquellos que sus territorios habitan.
Se
habla a todas horas y en espacios de cualquier ámbito de todas las
medidas que ese vergonzoso equipo que nos gobierna, de la
desconfianza revertida a los ciudadanos que ya ni tan siquiera se
escandalizan ante el continuo chorreo delictivo de éstos.
Es
evidente y no hace falta ser una lumbrera ni nadie muy estudiado para
hacer cuatro números a la cuenta de la vieja, para darse cuenta que
tras todas esas conductas delictivas, se encuentra uno por uno, todos
los euros que nos han sido robados, perdón, aquí nadie roba nada,
los euros, todos esos que poco a poco hemos visto desaparecer de las
partidas presupuestarias hasta el extremo de convertirnos en un país
de saldo, los hemos extraviado.
Cualquier
sector es importante cuando se habla de un supuesto estado de
bienestar, aunque todavía no nos hemos concienciado de que el estado
de bienestar ya pasó, y que realmente debemos luchar por conservar
aquellos servicios que son parte de un sistema social bajo mínimos
en las fechas que estamos. Hablo de la educación -pero no de esa a
modo de despilfarro ha modificado sistema tras sistema cada vez más
nefasto, pero eso hoy no lo voy a valorar, ya que aunque sea
importante, la sanidad lo es quizá más, porque la vida de las
personas es lo que está en juego.
Se
están intentando implantar modelos económicos y laborales que no se
sostienen y es quizá en el sistema sanitario donde estas carencias
son más visibles.
No
estoy pensando en la merma sufrida por las condiciones laborales o la
pérdida de empleos, pienso en lo existente: Estamos presenciando
como los salarios se están reduciendo próximos a los de un
microempleo, sin embargo, no se está cumpliendo esa política más
que a medias, de hacerlo de manera completa, podríamos estar
hablando de más trabajadores en activo, con la consiguiente baja del
número de desempleados y con una disminución en la calidad de
servicios casi inapreciable.
Hace
bien poco, una persona con fiebre era atendida en un centro sanitario
en el mismo día, hoy, este servicio se retrasa hasta cuatro, lo que
quiere decir, en el mejor de los casos que, si todavía no es tarde,
damos cuatro días más de sufrimiento a una persona, pero puede
ocurrir que vaya regular, siendo en ese caso, considerable el gasto
sanitario porque ya implicará una hospitalización y en el peor de
los casos, hablaremos de lo que una vez ocurrido no tiene arreglo ni
se paga con dinero, la vida de las personas, no tiene precio.
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