Un
domingo de resurrección donde en el algún momento se nos ha
recordado la naturaleza humana del hijo de Dios, deja mucho que
desear.
Pero
no seré cansina con el tema y me dedicaré a otra resurrección más
mundana y también más cercana, vista por todos nosotros hace un
tiempo. Me estoy refiriendo a la resurrección de la nadadora.
Aunque bueno, puestos a hablar con propiedad, no puedo hablar de
resurrección de alguien que nunca murió, bueno si, como nadadora
está muerta. Tuvo su ciclo. Y fue bueno. No, bueno no. Fue
mejor. Mejor de lo que nunca hubiese imaginado jamás. Hace mucho,
mucho tiempo, cuando ella era cero patatero, cuando los polvitos de
toda índole y procedencia eran los únicos adornos de su biografía,
alguien decidió tirar de ella y sacarla del pozo de mierda en el
cual se encontraba.
La
susodicha aprovechó el tirón y salió a flote. La oportunidad
recibida le dio reconocimiento social y dinero suficiente para
continuar con todo aquello que la perdía y la hacía sumamente
feliz. Intentó varias veces montarse una vida pero todos terminaban
antes de comenzar, cuando el contrario de turno se ponía al día
sobre el resto de contrarios y varios.
No
encontré a nadie que me contara algo bonito de la diva tras el velo.
La vida que nos enseñó no era más que una mentira, una biografía
adecuada que mostrar en los medios, nada más. A lo mejor estos
medios, como hicieron con los supuestos exhibicionistas del
Saloufest, habían recibido propina de la cadena promotora : unos
por enseñar el culo, otros por pactar el silencio de una sucia
realidad. Todo sea por la venta.
El
oportunismo de dimensiones bizarras es lo único claro de este tipo
de acontecimientos: Da igual lo que te lleves por delante: la
reputación de un pueblo en general o de una persona en particular.
Hay gente tan tonta que se cree tan lista...
Piensa
que nunca se les va a pillar... A unos se les pilló pagando veinte
euros por la foto, a otros le salieron tantos testigos indignados que
no moverán un dedo para avalar su putrefacta mentira. Pero el daño
estaba hecho. Y resucitar, aun no siendo de una muerte certera, no
deja de ser un reto. Sobre todo si con quien te has ensañado en
quien un día te dio de comer...