¿Porqué
justamente ayer, veintitrés efe la televisión pública emitió la
película del mismo nombre?
Si
uno lo piensa con detenimiento no resulta tan evidente, ¿o quizás
si?
Para
unos seguramente, la evidencia estará en la efemérides del hito
histórico, y según como se mire incluso algo rocambolesco y racial
– dependiendo de un color o de otro-, que fue la toma del Congreso
de los diputados por un grupo de guardias civiles, secundado por el
ejército en diferentes ciudades. Y es que seguramente, para la
tranquilidad de todos nosotros fue así como nos lo quisieron
vender... en ese momento.
No
faltó quien ya entonces, lo tachó de estratégico montaje con una
costosa puesta en escena para las arcas del propio estado, con el fin
de acallar a todos aquellos que todavía tenían dudas o
disconformidades -algunos pese a haber jurado una todavía niña
constitución- en la veracidad del proceso democrático que apenas
comenzaba. Y mientras unos lo sentían de esa forma, otros
destacaban la figura de un rey, que justo hasta ese momento era la
prueba de que realmente nada había cambiado, haciéndolo ver a
partir de ese día como el hombre que salvó el país de una nueva
dictadura – y por supuesto, fueron muchos, muchísimos, los que se
creyeron, de hecho, todavía se creen, aquel cuento.
Visto
fríamente no puede tomarse esta conjetura como algo totalmente
baladí, aunque en su momento no pasó de conversación de trastienda
de taberna o de círculo familiar. En aquella época la ciudadanía
todavía tenía miedo. El pueblo descargaba ampliamente sus dosis de
adrenalina en las grandes concentraciones, pero de vuelta a sus
pequeños círculos, todo seguía en el mismo lugar y el temor seguía
presente en sus vidas, razón ésta quizá de porqué no llevó a
cabo una auténtica revolución social, esa que posiblemente hoy, nos
está ahorcando.
En
el transcurso del tiempo, todo pareció desarrollarse de la manera
correcta, pese a que eran muchos los que entreveían que todo no era
más que una situación engañosa, de entretenimiento del populacho
-como ellos lo llaman- para mientras, preparar un golpe de efecto que
nos cogiera a todos desprevenidos y a poder ser, debilitados.
No
acierto a vislumbrar si toda esta oscura y larga maniobra era solo
para eso o también, para acabar con esa figura superior que todavía
les hace sombra.