domingo, 21 de julio de 2013

SOMOS LO QUE COMEMOS

Cada día que pasa queda más demostrada la teoría que afirma que somos lo que comemos a todos los niveles.  Es cierto que, como en toda ley siempre aparecen excepciones puntuales que no hacen más que reforzar la cuestión en dicho o entredicho.  ¿Dicho o entredicho?  Claro.  Nunca tanto como ahora para que ante cualquier premisa que se lance surjan de manera casi espontánea, adeptos y detractores.  Cualquier concepción, del tipo que sea, se ha convertido en una especie de comida rápida de las ideas, cualquiera la tiene a su alcance.
La velocidad en nuestro ritmo de vida, cada vez más vertiginoso, nos está convirtiendo en seres cada vez más cómodos.  Entre los valores que aumentan nuestra pasividad se encuentra justamente esta velocidad, que podemos, por ejemplo, encontrar en estas nuevas tecnologías que se han apoderado de nuestras vidas.  Si nada lo remedia, aquello de "la letra con sangre entra", quedará desterrado para siempre de nuestra RAM.  Si bien la connotación violenta puede desterrarse con toda tranquilidad, no lo debería hacer su significado que más que figurado, es con toda excelencia, el significado real.
La facilidad con que TODO -y digo TODO con mayúsculas, para evitar cualquier duda-  llegue con tanta facilidad, nos está convirtiendo, a todos aquellos que podemos satisfacernos de alguna forma de ello, en seres cada vez más cómodos, menos inquietos, más pasivos.
Y desgraciadamente, todo ello lo estamos reflejando en nuestra actitud impasible ante los acontecimientos que nos envuelven.
Antes nos explicaban cuentos de hadas o de villanos, donde tras duras luchas contra el mal, el bien alcanzaba su puesto.
Hoy nos muestran a diario como los villanos son los dueños de la situación, los reyes de la fiesta, mientras que todo aquel que desea seguir con su vida digna, respetando al prójimo, y trabajando para alimentar su autoestima y su hogar, se encuentra premiado con una ciénaga de arena movediza de la que cada vez, es más difícil salir.
Comemos todo ello que nos muestran los medios, villanos que machacan a todo el que pueden y viven a cuerpo de rey.  Todos queremos ser reyes -con perdón de la palabra-  del mambo -aunque muchos ni sepan lo que es.  Es lo que comemos, es lo que aprendemos, es lo queremos ser...
PD Hablo en primera persona del plural, para ser yo ese burro que va delante, y el resto, no se sienta agredido, aunque eso si, me gustaría se sintiese comprometido -¡Y se rebotase, carajo! de una buena vez.

Bueno, y ahora me voy a ver la sincro al Palau Sant Jordi.


jueves, 18 de julio de 2013

HOY NO ES DOMINGO, HOY ES JUEVES, 18 DE JULIO

 Cierto el título.  Pero aquí donde me encuentro, en verano no existen los domingos.  En tal día como hoy, allá por el año 1936 los ancestros de estos que ahora nos ahorcan, tomaron por las bravas aquello que entendieron les pertenecía y debían meter en vereda.  Los de ahora, de manera más sutil, se han hecho cargo de la situación y el pueblo, todavía a medio camino entre la verdad y la mentira, espera que alguna hada madrina llegue a Idilicalandia y con su barita solucione aquello que solo remedian ya los cañones.

“La línea de la honestidad humana tiene su límite cuando el hombre deja de serlo para convertirse en político”

La hipótesis queda validada mediante hechos surgidos de manera espontánea y que gracias a los medios técnicos al alcance del ciudadano, éste tiene asegurada la información al respecto.
Si que no seria de recibo obviar que muchas veces la información no es objetiva y en algunos casos ni tan siquiera contrastada.  Tampoco podemos dejar de lado la manipulación en cualquiera de sus acepciones.
Incluso existen herramientas que fácilmente pueden ayudar a manipular cualquier información, aunque cuando nos presentan grabaciones furtivas de algún tipo, lo único que el ciudadano de bien pone en duda, es la honestidad de si mismo ante una información recibida de manera fraudulenta.
La secuencia de acontecimientos nos ha presentado de manera espontánea un más que valioso estudio de campo a tiempo y espacio real, característica ésta, suficientemente importante como para considerar seriamente los hechos presentados.
Razón a todo esto, me permito opinar que en estas tierras, el sufrimiento está tan arraigado que cualquier desmán de las clases dirigentes es visto como tabú social y que con una actitud totalmente gótica, se acepta como parte de un destino indesviable.
No puedo dejar de hablar de todos aquellos que se dedican al asunto y que por cuestiones de proximidad, a ninguno no es necesario remitirnos a ningún medio.  Hablo de aquellos que juegan en las pequeñas ligas y que rápidamente han aprendido de sus hermanos mayores, siendo si cabe su comportamiento más execrable, debido en gran parte al trato cotidiano con sus supuestos representados.  Y digo supuestos porque estoy completamente seguro que ninguno de aquellos que los votaron, lo hicieron a programas donde cada día se hace caso omiso de las necesidades de los ciudadanos, diezmando servicios y multiplicando obligaciones, ciudadanos que van perdiendo junto con su poder adquisitivo, su dignidad, ya que comprueban como mientras ellos a duras penas resisten el chaparrón, los otros nadan en la opulencia –no se molestan en disimular, ni tan siquiera hacen viajes para lavar todo aquello que se les ensucia en sus trayectorias, a las que adornan con coches de esos que llaman de gama alta y con chalet de tan alto standing que con su supuesto sueldo no conseguirían ni en el mejor de sus sueños.
En poco tiempo un Alzheimer fulminante los alcanza, olvidando sus promesas, sus programas, las caras de sus vecinos, pierden la honestidad que seguramente alguna vez tuvieron, dejan de ser hombres, para ser solo eso, políticos.

domingo, 7 de julio de 2013

LA VENGANZA DEL SANTO

El estado de las autonomías se convierte en objeto de debate cuando no se tienen argumentos de provecho en otros temas.
Resulta más que penoso ver como los políticos debaten sobre una posible modificación de la carta magna del país cuando hace bien poco, tanto que todavía se encuentra en la memoria de los más despistados. Es más lamentable todavía que se esté insultando nuevamente la capacidad de raciocinio del ciudadano malversando argumentos políticos en sentido de los propios intereses anteponiendo éstos, a los del pueblo que representan.
El tema de los nacionalismos no es la primera vez que se utiliza a modo de cortina de humo para evitar temas más espinosos.
Si que es cierto que para todo aquel que se inclina por los temas de identidad nacional antes que por otros de carácter socioeconómico, el sentimiento de pertinencia a un pueblo no es pecata minuta.
Con esto no solamente quiero hacer un llamamiento al respeto que sin duda es la base para toda convivencia de calidad que se precie, sino también llegar a una reflexión que creo también se debe tener en consideración: El perfil de todo aquel que argumenta sobre el tema; Por un lado tenemos al político situado en el dique seco de las soluciones eficaces a la actual situación, que en tiempos de bonanza ha evitado elegantemente el tema; Por otro lado tenemos a la masa social insatisfecha, ya sea por la mala situación en que se encuentra o por el descontento ante la pasividad e ineficacia de todas las medidas tomadas con el fin de solucionar los problemas que han minado el proyecto de estado de bienestar en el que hasta hace bien poco estábamos inmersos; Por último no puedo dejar de nombrar al más importante, al nacionalista confeso a las duras y a las maduras, ese que no cambia su ideología en función de la dirección de los vientos que corren y que permanece fiel a sus principios.
Justamente a éste, al hombre de principios es al que en estos últimos tiempos se le intenta esquilmar en lugar de los facinerosos de tres al cuarto que han sabido dilapidar con maestría de corsario las naves que nos competen a todos, siendo muchos de ellos premiados por ello, señalando alguna cabeza de turco a tal efecto por si fuese necesario.
A todo esto y por si no fuese ya bastante, no podemos dejar de tener en cuenta a todos aquellos que decretan contra natura, ya no digo contra ley sino contra natura para exprimir en última instancia a todo aquel que todavía echa gota y jactándose de su vileza de manera mezquina, aclarando su impunidad, su inmunidad y la brevedad de su momento. Con una alusión al refranero, recordando con sonrisa burlona que para lo que le queda en el convento, se caga dentro.
Podría ser que el arreglo a tanto dislate ya no se encuentre en semicírculos al uso y a falta de cojones que disparen una auténtica revuelta de base, sólo nos quedan los santos, auqe visto lo visto, esto no lo arregla ni el santo por antonomasia San Simón Templar, que hasta con los más malos malotes se atreve.