domingo, 31 de marzo de 2013

NUNCA MUERDAS LA MANO DEL QUE TE DIO DE COMER


Un domingo de resurrección donde en el algún momento se nos ha recordado la naturaleza humana del hijo de Dios, deja mucho que desear.
Pero no seré cansina con el tema y me dedicaré a otra resurrección más mundana y también más cercana, vista por todos nosotros hace un tiempo. Me estoy refiriendo a la resurrección de la nadadora. Aunque bueno, puestos a hablar con propiedad, no puedo hablar de resurrección de alguien que nunca murió, bueno si, como nadadora está muerta. Tuvo su ciclo. Y fue bueno. No, bueno no. Fue mejor. Mejor de lo que nunca hubiese imaginado jamás. Hace mucho, mucho tiempo, cuando ella era cero patatero, cuando los polvitos de toda índole y procedencia eran los únicos adornos de su biografía, alguien decidió tirar de ella y sacarla del pozo de mierda en el cual se encontraba.
La susodicha aprovechó el tirón y salió a flote. La oportunidad recibida le dio reconocimiento social y dinero suficiente para continuar con todo aquello que la perdía y la hacía sumamente feliz. Intentó varias veces montarse una vida pero todos terminaban antes de comenzar, cuando el contrario de turno se ponía al día sobre el resto de contrarios y varios.
No encontré a nadie que me contara algo bonito de la diva tras el velo. La vida que nos enseñó no era más que una mentira, una biografía adecuada que mostrar en los medios, nada más. A lo mejor estos medios, como hicieron con los supuestos exhibicionistas del Saloufest, habían recibido propina de la cadena promotora : unos por enseñar el culo, otros por pactar el silencio de una sucia realidad. Todo sea por la venta.
El oportunismo de dimensiones bizarras es lo único claro de este tipo de acontecimientos: Da igual lo que te lleves por delante: la reputación de un pueblo en general o de una persona en particular. Hay gente tan tonta que se cree tan lista...
Piensa que nunca se les va a pillar... A unos se les pilló pagando veinte euros por la foto, a otros le salieron tantos testigos indignados que no moverán un dedo para avalar su putrefacta mentira. Pero el daño estaba hecho. Y resucitar, aun no siendo de una muerte certera, no deja de ser un reto. Sobre todo si con quien te has ensañado en quien un día te dio de comer...

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