Acostumbra
a ocurrir que cuando uno por alguna razón se encuentra sobrepasado,
no es capaz de discurrir con claridad. Es en esas ocasiones cuando
dada la necesidad, uno puede recurrir a citas ajenas, eso que algunos
denominan plagio y otros sin embargo, ven como una simple influencia.
Cuando
es así, lo mejor es leer, contrastar un mismo titular con todos los
puntos de vista, y callar.
Y
bueno, me puse en ello aunque a estas alturas, uno ya no sabe quien
es quien, uno no entiende como el nombramiento de un nuevo Papa en un
mundo donde la pobreza no es vocacional y la riqueza se ha convertido
en objeto de desconfianza acapara la atención; tampoco se entiende
como el heredero ocasional de un país que se debate entre dos mares
atribuye tal asignación a las influencias divinas de su antecesor,
como si el pueblo fuera un niño al que se le explica un cuento;
menos todavía se puede entender como un delito de alto calado
político queda reducido a una vendeta por ataque de cornamenta; y
para culminar mi enfado, descubro que todavía hay quien se preocupa
por las posibles evasiones de capitales, básicamente porque quienes
se preocupan de ello, son los maestros de tal asignatura; me fastidia
enormemente como se gestan matanzas y no hay nadie que ponga fin a
ello; Me repugna comprobar como hablan de quiebras de ciudades
enteras los propios culpables de ello y como éstos, ven
impertérritos como aquello que les dio su estatus, se ha convertido
en objeto de copla fuera del país que un día veneró.
Me
revienta esa doble moral de tan distinto rasero, que bajo humildes e
idílicas pretensiones ha convertido el edén en un infierno de llamas
descontroladas que acabará por incinerarlo todo...
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