Si
algo queda en tela de juicio, en entredicho cada vez más y de manera
reiterada, es sin duda el papel de la monarquía en Idilicolandia.
Ya
dijo Plutarco en los primeros años de nuestra era que mujer del
César no solamente debía parecer honesta sino serlo realmente. Si
esta idea se sigue recordando más de veinte siglos después, es
evidente que no se ha obviado a lo largo de los tiempos y no vamos a
hacerlo ahora.
Ahí
pues, Césares y Césaras reinantes, todos gente de cultura y modales
exquisitos ¿Dónde habéis dejado vuestras enseñanzas de filosofía?
¿Dónde aplicáis todo aquello que un día os pareció interesante y
de provecho? ¿Dónde habéis dejado todo aquel progresismo en el que
crecisteis creyendo que os haría más perfectos?
Pareciera
que todos hubieran aprendido las lecciones en las peores calles, con
los peores maestros, con los mejores delincuentes...
Tenemos
un planté de representantes de las leyes que no se molesta en
cumplirlas que no tiene desperdicio. Y no solamente las leyes, sino
también las normas éticas básicas.
Irrespetan
de todas todas al pueblo que los soporta y mantiene mientras ellos
menosprecian y no solo infravaloran a esa sociedad que les da apoyo.
¿Cómo
puede mantenerse como ejemplo e insignia de una nación a una gente
que en nuestras familias nos daría vergüenza tener? ¿Cómo
consentimos que la justicia los exima de sus deberes?
¿Es
lícito ser ilegal cuando se está formando parte de la muestra de
una nación? ¿Puede ser ésta consentidora de tal situación? ¿Es
eso justo? ¿Debemos de considerar justo lo ilícito? ¿Debemos
dejarnos morir de hambre mientras vemos como nos roban y la justicia
mira para otro lado? ¿Debemos también poner en entredicho la labor
del poder judicial?
¿Queda
algún organismo merecedor de credibilidad?
¿Vamos
a romper ya este sistema de mentira que nos vendieron como
bueno?¿Vamos a dejar de consentir de una puta vez?
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