Son
muchos los que cargan directamente contra los trabajadores de la
administración pública calificándolos de lastre sociooconómico de
los gobiernos y culpabilizándolos de gran parte de la debacle
económicosocial en la que estamos inmersos. Y digo economicosocial
porque aunque la realidad acabe reduciéndose a la palabra dinero, no
es éste más que el producto de una serie de crisis adyacentes que
agrupando todas las vertientes de la sociedad, han llevado a ésta a
una quiebra general siendo la económica, la parte más visible. Las
opiniones que cargan directamente en contra del sistema político son
cada vez más numerosas. En mi opinión es más acertada esta opinión
ya que el trabajador de la administración no es más que la mano de
obra del político de turno, como representantes del órgano
correspondiente, ellos sirven al país pero los que dan las órdenes
son los políticos.
Un
trabajador público, sea cual sea su cometido y nivel, está
preparado para realizar las tareas de su puesto o incluso otro de
nivel superior. Claro que, como en todos los trabajos existirán
algunos que no cumplan con su trabajo, eso pasa aquí y en todos los
lugares del planeta, aunque haya quien lo niegue o incluso ni lo
contemple. Aquí, claro está, no estamos hablando de esos
trabajadores que a la vez que los políticos entran a formar parte de
la máquina administrativa y normalmente con sueldos abultados. Son
muchos de estos los que han conseguido con su mala praxis, poner en
tela de juicio el trabajo de los primeros y la utilidad o necesidad
de sus puestos de trabajo. Bueno, exactamente tampoco es así: La
ciudadanía no discierne entre los unos y los otros y los políticos,
con estos cargos a dedazo, piratas, no solamente tienen información de
primera mano de todo aquello que se mueve por las administraciones,
sobre todo si puede obstaculizar de alguna forma sus fines, sino que
también cumplen casi siempre, algún favor antiguo, pasado o futuro,
que queda saldado de manera encubierta, evitando posibles acusaciones
de cohechos u otros delitos relacionados.
En
el sistema actual, considerado ya por muchos una opereta de la
democracia, los políticos no son más una herramienta del verdadero
poder de manera tan cínica que ni tan siquiera se preocupan en
aparentar que tienen idea de lo que tienen entre las manos,
descuidando en ocasiones hasta las formas más primitivas.
PALABRA DE PIRATA |
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