domingo, 21 de abril de 2013

EL OLOR DEL DINERO

Eso que llaman BRICS, -no, tetrabric no, BRICS, creen ser los que aquí creímos ser hace unos años.
Nos dan esperpénticas muestras de sus logros, como si ellos, abalados en la ficticia seguridad que da un bolsillo lleno, fueran los únicos y los primeros en ser los suficientemente listos para amasar raudo dinero, haciendo alarde de su consumismo superfluo, de sus billeteras indecentemente cargadas, mostrando sus papeles a modo de abanico de color morado y con ese peculiar olor que desprende el dinero en su meneo.
No piensan, de la misma forma que otros no pensaron antes, en que aquello que llega rápido, se todavía más pronto.
No se preguntan, del mismo modo que otros no preguntaron antes, de la procedencia de esos caudales que ahora facilitan su hasta hace poco, abrupta existencia.
No dudan, de la misma forma que otros no dudaron antes, de la lícita procedencia de todo ello.
Desconocen, como todo aquel que se educa obsesionado en amasar contenedores de billete fresco y denso, que todo es cíclico en esta vida, y que de la misma forma que la escasez estuvo instaurada en sus casas durante mucho tiempo, más pronto que tarde, volverá a recuperar sus feudos.
Desconocen también que los lugares donde se encuentra la mina de su riqueza será el pozo que se la trague y los deje sin ella.
Desconocen que las burbujas por fuertes que parezcan, no son más que bombas que embriagan con su crecimiento de tal forma, que uno pierde la noción del precio que sin saberlo, está pagando por ellas.
Y cuando toda vuelva a explotar, solo será momento en que otros, nuevamente, igual que ellos ahora, tomen el relevo, su ración de sueño.
Y todo ello fluye de manera sucesiva y constante, a modo de sueño que nos hace creer logros ajenos como nuestros, mientras la cruda realidad es que todo son juguetes de niño rico de dimensiones desmesuradas y que las fortunas, nunca cambiaron de dueño.

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