domingo, 14 de abril de 2013

LOS SANTOS INOCENTES


Quien podría decirles que mientras veían aquella película no estaban memorando un pasado reciente sino también un futuro próximo. Fue los que tras escuchar a Évole se me ocurrió al instante. Al oír las palabras del alma de dictador del programa expresándose con satisfacción y convencimiento me dí cuenta algo más que apesadumbrado, de que tras una sigilosa maniobra que urdían hacía ya treinta años, habían vuelto a tomar el control de la situación, ese que les da poder de maniobra absoluto, ese mismo que hace retroceder los logros sociales alcanzados, no treinta años atrás -¡ojalá fuera solo eso!- hablo de un retroceso histórico de más de trescientos años, y me atrevería a afinar que podría ser comparado con la época en que la dinastía reinante, a punto de extinguirse víctima de sus propios desmanes, daban los últimos golpes de efecto en su peculiar forma de tratar al pueblo, que con su trabajo de sol a sol y con poco más que un mendrugo de pan que llevarse a la boca -si la cosa iba bien-, mantenía su existencia cargada de excesos y excentricidades abaladas por los bancos divinos.
Todo podría repetirse cual calco del momento, con la única excepción de que en estos pocos años de intrusismo -según ellos- de la plebe en su terreno- muchos han aprovechado en cultura y conocimiento, y por mucho que se quiera, la sumisión resignada no podrá consagrarse en pleno. No pienso en solo aquellos que se han nutrido de lo bueno, ya que todavía ellos, llegado el momento, pueden doblar la posibilidad: luchar dentro o marcharse fuera; me refiero también a todos aquellos que manteniendo la ignorancia de antaño, viéronse con cuatro cuartos en el bolsillo y creyeron que el mundo por fin estaba cambiando, eso junto – en muchas ocasiones- con una buena ración de desarraigo, esa que justo los aísla de una sociedad a la que pertenecen y de la cual un día se sintieron parte y que acabado el periodo, no es más que objeto de odio, de venganza y de resentimiento, de un sentirse objeto utilizado y que ante el peligro de llegar a su desguace, lucharan encarnizadamente, sin importarles nada, pues nada más que su vida, les queda por perder.
TERCERA REPUBLICA


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